Imaginación al poder

En el aula matinal alguna que otra vez nos ocurre que el "personal madrugador" no está muy receptivo a la actividad que proponemos (un mal día lo tiene cualquiera, y si mide menos de metro y medio, es especialmente disculpable). El caso es que alguno de esos días nos "encanallamos" y decidimos simplemente hacer algo divertido juntos, que nos apetezca y que nos dibuje esa sonrisa que nos hemos dejado olvidada en casa; a fin de cuentas las actividades nunca deben ser para pasar un mal rato. Solemos usar nuestra imaginación y el mobiliario que nos ofrece nuestra considerablemente gran aula para dar rienda suelta a grandes aventuras que nos convierten en capitanes de barco o emocionantes viajes que nos lleven, como hoy, en avión desde Colombia al Desierto del Sahara (ahí es nada). Y es que la tecnología está muy bien, y a ella agradecemos una inmensa comodidad en nuestro día a día, pero lo que nunca nada debe suplir es la desbordante imaginación de un niño. Fíjense si no en el pedazo de coche de carreras que se montan (con volante-plato y todo) nuestros pilotillos de Fórmula 1 (previo conceder la licencia de conducir sillas que les otorgamos en papel escrico con su foto y todo cuando demuestran ser aptos).