Toda recompensa que de verdad llene el espíritu requiere un interés anterior y un esfuerzo apreciable en el resultado, directamente proporcional a dicho esfuerzo. Las siguientes imágenes atestiguan cómo los pequeñajos dispersos de Arco Iris se centran para obtener luego esa bonita foto posando con el mural o el taller de turno que les ilusione. Su esfuerzo personal, muy valorable teniendo en cuenta las circunstancias, es imprescindible que sea reconocido por sus monitores que, día a día (y también algún amanecer) les ven trabajárselo...
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